El presidente de facto y representante de los grandes grupos económicos Alejandro A. Lanusse, por aquellos días se jactaba diciendo que Perón no regresaba porque “no le daba el cuero”. A partir de esta provocación de quien sucediera a una larga lista de golpes militares y gobiernos pseudos democráticos surgidos luego de la proscripción del Peronismo tras el Golpe Gorila de la llamada Revolución Fusiladora de 1955, se fue gestando su regreso, abonado durante casi 18 años de exilio por la resistencia peronista, la lucha incansable de la Organizaciones Obreras y el constante accionar de los grupos guerrilleros, fogueados por el General Perón, a los que llamaba “Formaciones Especiales”.
Ya desde mediados de agosto de 1972, desde Madrid, el delegado personal de Perón, el Tío Cámpora anunciaba el regreso del líder indiscutido del Pueblo trabajador argentino.
El día anterior al regreso, la Dictadura satura de efectivos militares y policiales las inmediaciones del aeropuerto internacional de Ezeiza, con el objetivo manifiesto de evitar que la militancia se acerque a recibir a su caudillo.
A pesar de la persistente lluvia miles de compañeros y compañeras logran cruzar el río Matanza. Es por la memoria de los cientos de miles que conformaron la Resistencia Peronista, por los fusilados, por los asesinados y torturados, por el legado de Evita, que el 17 de Noviembre se conmemora el Día de Militante Peronista.
EL SECUESTRO DEL CADÁVER DE EVITA Y SU REGRESO UN 17 DE NOBIEMBRE DE 1974
El odio y el revanchismo gorila no tienen límites. Ayer y hoy se repite como tragedia y comedia. Posteriormente al golpe del 55´ se sucedieron decretos que impedían siquiera nombrar la palabra Perón, Evita, Peronismo. Se quemaron libros, Unidades Básicas. Se cerraron editoriales de publicaciones compañeras. Se proscribieron periodistas, artistas, intelectuales. Hasta se armó un Museo en donde se exhibían pertenencias de Perón y Evita, queriendo imponer la idea de una falsa corrupción, colocando en la entrada del mismo un cajón en donde imaginaban que el pueblo peronista dejaría depositados los carnets de afiliación horrorizados por tamaña “inmoralidad”. Intento desde ya en vano,
Pero los dictadores con sus socios civiles fueron por más. El 22 de noviembre de 1955, el odio de clase los llevó a secuestrar el cuerpo embalsamado de Evita que yacía en el edificio de la CGT. El cuerpo fue paseado por la Ciudad. Pero la Resistencia Peronista seguía sus pasos y en cada lugar que paraban aparecían luego flores y velas. Luego lo trasladaron a Italia y lo sepultaron en Milán bajo un nombre falso.
Luego de años, Montoneros secuestra a Pedro Aramburu y le exige diga el destino de los restos de Evita. Corrían por entonces los años 70 y el dictador confiesa que la Abanderada de los Humildes estaba sepultada en Italia y que la documentación estaba en el Banco Nación. Propuso entregar el cuerpo a cambio de su liberación. La comandancia de Montoneros rechaza la idea, dice que no es una negociación y tras un juicio es ejecutado.
Con otra dictadura, la de Lanusse, se devuelve el cuerpo a Perón y es exhumado el 1 de septiembre de 1971. Ya muerto Perón, la organización Montoneros secuestró el 15 de octubre de 1974 el cadáver de Aramburu para exigir la repatriación del de Eva. Isabel accedió al canje y dispuso el traslado, que se concretó el 17 de noviembre (día del militante peronista). El cuerpo de Evita fue depositado junto al de Perón en una cripta diseñada especialmente en la Quinta de Olivos para que el público pudiera visitarla.
En esta fecha tan cara para el pueblo trabajador, para el pueblo Peronista, queremos recordar estos 2 hechos históricos. En el primero la revancha de los enemigos del pueblo pretendieron borrar de su memoria la conciencia de pertenecer a una clase social que había adquirido protagonismo en el camino que lleva a la Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social. No pudieron gracias a la Resistencia Peronista. En el segundo ese odio de clase llegó a límites inimaginables con el mismo objetivo. También fracasaron.
Un abrazo militante a los compañeros y compañeras que junto al SUTCA luchan diariamente por conquistar la dignidad, que llegará más temprano que tarde.